Érase una niña llamada
Sara que no podía dormir porque tenía una cama pequeña e incómoda.
Las sábanas pinchaban como
un erizo. Su cuarto era de color marrón y le daba mucho miedo.
Entonces pintaron las
paredes de color celeste. Le compraron una cama más grande. Unas sábanas nuevas
con delfines.
Le gustó tanto que durmió
todas las noches.
FIN
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