Había una vez una niña llamada Irene que vivía en una casa
muy pequeña. Tenía un jardín muy grande y muy verde.
A Irene no le gustaban los
garbanzos pero su mamá siempre hacía
comidas con garbanzos y ella nunca se los comía. Su mamá le decía que si no se
los comía nunca crecería y ella no le hacía caso.
Un día decidió hacer caso
a su mamá y empezó a comer garbanzos y
poco a poco empezó a crecer y a hacerse una niña.
FIN
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