Érase una vez un duende muy travieso llamado
Jairo. A Jairo le gustaba quitarle a los niños los regalos que Papá Noel dejaba
en los árboles de Navidad.
Un día una niña muy valiente llamada
Paula se quedó despierta y lo pilló.
Llamó a Papá Noel y cuando llegó le
echó unos polvos mágicos y se volvió bueno.
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