Había una vez un gato que
quería una casita. Buscando se metió dentro de una lavadora con ropa sucia.
La señora sin darse cuenta
sel gato puso la lavadora.
El gatito se puso a
maullar:
-¡Miau, miau, miau, miau!
La señora lo sacó, lo secó,
lo acarició, lo mimó y se lo quedó de mascota.
Ahora le llama Cocoloco.
FIN
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