Había una vez un niño que se comió una rodaja de sandía con
pepitas. La rodaja de sandía con pepitas se plantó en la barriga, le salieron
las raíces a la planta de sandía y el niño se creía que las raíces de la planta
de sandía eran pelos e iba a la calle, y un señor que venía le dijo: "
tienes raíces de sandía en la barriga"; el niño dijo: "no, son pelos
gigantes".
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