Érase una vez una gata blanca muy presumida que se
llamaba Kitty. Un día salió a pasear con un lazo en la oreja, un cascabel en el
cuello, los labios muy pintados y muchas
pulseras en sus patas.
Los amigos al verla se reían:
-ja, ja, ja, ja. Pareces un árbol de Navidad.
Kitty sintió tanta vergüenza que se fue a su casa y
sólo se dejo el cascabel.
FIN
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