Había una vez una niña
llamada Cristina que tenía un primo llamado Pepe, que era torpísimo. No atendía
en clase, no hacía los deberes, jugaba, hacía lo que quería.
De ahí que todo el mundo
le llamara “Pepe el torpísimo”.
Cristina, cansada de que
le llamaran así prometió ayudarle.
Le enseñó a atender en
clase, a hacer los deberes y a portarse bien.
Nunca le volvieron a llamar
el torpísimo.
FIN
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